Ruta por Cuba en 10 días

Cuba es uno de los países del mundo más soñados por viajeros de todos los continentes, una isla llena de contrastes, desde ciudades de arquitectura colonial hasta extensas llanuras tabacaleras, sin olvidarse de sus espectaculares cayos y paradisiacas playas. Un país lleno de música y color, repleto de unas gentes alegres que no pierden la sonrisa a pesar de las adversidades, y que reciben al viajero con los brazos abiertos.

Si estás pensando en viajar a Cuba, lo primero que debes saber es que se trata de uno de los países más seguros tanto para viajar solo como con amigos o en familia. Eso sí, ve preparándote mentalmente para armarte de paciencia, pues el cubano se toma las cosas con mucha calma. Además de esto, es importante que prepares bien tu maleta, pues Cuba no es un país cualquiera, y obtener ciertos productos puede resultar de lo más complicado. Es por ello que en anteriores post explicamos qué se necesita para viajar a Cuba.

Si llegado a este punto te has decidido a visitar este espectacular país, a continuación explicamos y proponemos una ruta por Cuba en 10 días.

Día 1. De Madrid a La Habana

Volamos con la compañía Iberojet en un vuelo directo de aproximadamente 10 horas de duración con salida en torno a las 13.30 horas. En el vuelo nos ofrecieron comida y merienda.

Una vez aterrizamos en La Habana nos dirigimos a buscar un taxi que nos acercase hasta La Habana Vieja, con un precio de 25 euros (es el precio estándar, por lo que no deberían pediros más). El taxi nos llevó hasta la calle Sol, en la que nos hospedamos en una vivienda particular (en este post explicamos las opciones para dormir en Cuba). Como ya era un poco tarde y nuestra pequeña tenía sueño dado que en España ya era de madrugada, esa noche nos quedamos en la casa.

Día 2. La Habana

A la mañana siguiente recorrimos la zona más próxima a nuestro alojamiento, pudiendo comprobar de primera mano esa combinación entre decadencia y esplendor de los edificios coloniales que dan lugar a la capital cubana. Recorrimos la magnífica Plaza Vieja, la Plaza de Armas, la Plaza de San Francisco de Asís y poco a poco nos fuimos aproximando hacia el Parque Central, situado al lado del Capitolio, donde teníamos reservado un Free Tour por la ciudad. Pero antes de iniciar esta actividad recorrimos las calles de alrededor en busca de desayuno y pudimos cambiar algo de dinero con ciudadanos de allí (es importante saber que lo más recomendable es llevar bastante dinero en efectivo y cambiarlo allí, pero no en las casas de cambio oficiales, en las que la inflación hace que se pierda bastante dinero. En el post de qué se necesita para viajar a Cuba enlazado al principio te lo explicamos todo).

Comenzamos el tour a las 10.00 horas de la mañana con Su, una simpática cubana que nos llevó por toda la ciudad enseñándonos sus rincones y peculiaridades y contándonos la historia de la urbe. Un tour muy recomendable si quieres conocer de primera mano los secretos de La Habana y la situación del país.

Entre algunos de los lugares que vimos (por fuera) se encuentran el Capitolio, un espectacular edificio coronado por una cúpula con láminas de oro que se puede ver desde casi cualquier punto de la ciudad (ellos dejan claro que es 7 centímetros más alto que el de los Estados Unidos), la curiosa catedral, con sus dos torres desiguales, o las plazas mencionadas con anterioridad pero, esta vez, conociendo sucesos históricos acontecidos en ellas.

Tras finalizar el tour nos dirigimos a comer a la famosa Bodeguita del Medio, en la que hicimos nuestra primera toma de contacto con la comida cubana tomando ropa vieja y camarones enchilados acompañados, como no podía ser de otra forma, por un buen mojito. La Bodeguita es un buen lugar para comer, a precios asequibles, por lo que lo recomendamos al 100%.

La tarde la dedicamos a la zona más próxima al mar, en la que si vas con niños puedes encontrar un auténtico oasis de ocio infantil, el Parque La Maestranza, en el que nuestra pequeña se divirtió un rato, para posteriormente recorrer una buena parte de la Avenida del Puerto hasta llegar al famoso Malecón de La Habana para contemplar la puesta de sol.

Llegada la noche, nos dirigimos al restaurante La Vitrola para pasar una agradable jornada acompañados de buena música en directo y comida a buen precio.


Día 3. Viñales

Este día acudimos a recoger el coche de alquiler que teníamos reservado, y aquí entenderéis lo que os comentaba de la calma cubana, pues nos dieron el coche una hora y media más tarde de la hora prevista. Por eso lo mejor es no reservarlo al llegar, si no llevarlo ya reservado desde antes de llegar al país, pues de lo contrario pueden pasar horas hasta lograr un vehículo.

Con el coche nos dirigimos hasta la zona de Viñales en un trayecto de aproximadamente 2 horas y media de duración por una de las autopistas del país. Sorprendentemente, la carretera estaba bastante bien -aunque la fama de mal estado de las carreteras cubanas la pudimos confirmar en otras ocasiones-, y recorriendo sus kilómetros pudimos observar los mensajes pro Fidel Castro, la Revolución y contrarios al bloqueo estadounidense que inundan el país.

Además, en un momento del camino nos ocurrió un acontecimiento del que desconfiamos un poco, una especie de guardia de uniforme que decía trabajar por la seguridad en la carretera nos paró indicándonos que había que parar más tiempo en una especie de semáforos con luces que parpadean. Una vez advertidos, nos dejó continuar pero, y aquí viene la trampa, nos pidió si podíamos acercar a su primo, por casualidad allí junto a él, a la plantación tabacalera en la que trabajaba. Nosotros le dijimos que teníamos prisa por la niña, pues creímos que lo que querían era llevarnos hasta la plantación para luego enseñárnosla y pedirnos una recompensa a cambio.

Una vez llegamos al pueblo de Viñales pudimos comprobar la belleza natural de esta famosa zona de plantaciones tabacaleras, la de mayor producción de los famosos puros del país, así como una arquitectura diferente completamente a la de La Habana, con casitas bajas, todas ellas con su porche y sus sillas mecedoras.

En Viñales realizamos una excursión a caballo de una duración de 3 horas en las que recorrimos una buena parte de la zona, parando a tomar un Guarapo (una deliciosa bebida a base de caña de azúcar), además que de visitamos la Cueva del Palmarito y nos enseñaron cómo se hacen artesanalmente los puros, con posibilidad de comprar alguno -a 6 euros cada unidad-.


Día 4. Cayo Jutías

Al día siguiente, tras hacer una parada en el Mural de La Prehistoria (un mural a grandes dimensiones con dinosaurios pintados sobre roca) nos pusimos los bañadores para conocer una de las playas más bonitas del país, Cayo Jutías, un magnífico arenal situado a hora y media del pueblo de Viñales en la que es posible disfrutar de una agradable jornada entre arena fina y blanca y turquesas y cálidas aguas que invitan a permanecer dentro. En Cayo Jutías pasamos la mañana y comimos en el restaurante de la playa una rica langosta con arroz a un precio de 8 euros (en Cuba puedes hartarte a comer marisco a muy buen precio). Ármate de paciencia porque la carretera hasta allí no está en un estado muy decente.

Por la tarde, tras unas horas más de playa, volvimos a Viñales para pasar la segunda noche.


Día 5. Playa Larga, Playa Coco y Cienfuegos

Durante este día hicimos el recorrido en coche más largo de los 10 días desde Viñales hasta Playa Larga, en total alrededor de cuatro horas y media. A pesar de que Playa Larga es un importante destino turístico del país, a nosotros nos decepcionó bastante, quizás por habernos acercado precisamente a la zona más turística (puede que haya otras calas o zonas mejores que la que se encuentra junto a las casas y restaurantes).

Y hablando de restaurantes, en nuestra ruta hacia esta zona nos ocurrió un segundo incidente: un ciudadano cubano nos paró diciendo que íbamos por el camino erróneo y nos dijo que si le acercábamos nos mostraba la ruta. Esta vez accedimos, pues no parecía un engaño, aunque finalmente descubrimos la trampa, pues a lo largo de la ruta nos comentó curiosidades de la zona así como el supuesto criadero de cocodrilos en el que trabajaba y un restaurante para comer, el Chuchi el Gordo, diciendo que era el único de la zona. Cuando llegamos, le dejamos -supuestamente iba a trabajar al criadero- y buscamos el restaurante para comer, pero justo al lado había otro llamado Chuchi el Pescador con bastantes mejores opiniones, por lo que fuimos allí y, al vernos entrar, desde lejos, nuestro pasajero nos hizo señas con las manos diciendo que no, que ese no era el restaurante bueno. En fin, las tácticas cubanas para sacarse una comisión.

Como Playa Larga no nos gustó demasiado nos acercamos por una carretera repleta de cangrejos cruzando (si, como lo lees) a otro arenal de la zona, Playa Coco y, tras pasar la tarde, nos dirigimos a la ciudad colonial de Cienfuegos, en la que el primer día tan solo recorrimos el Boulevar y buscamos un lugar para cenar.


Día 6. De Cienfuegos a Trinidad con parada en El Nicho

Al día siguiente nos acercamos a la Laguna Guanaroca para realizar un paseo en barca y contemplar de cerca las especies de aves de la zona, principalmente flamencos, para posteriormente regresar a Cienfuegos y conocer esta bonita ciudad colonial y su malecón, por el que es posible dar un agradable paseo.

Laguna Guanaroca

Por la tarde cogimos el coche y nos dirigimos hacia la ciudad de Trinidad, Patrimonio de la Humanidad, haciendo una parada en el espectacular Parque Natural de El Nicho, un lugar con un precio de 10 euros (si, se paga en euros, no aceptan moneda local), un coste algo elevado para lo que suelen ser los precios del país, pero que merece la pena cuando te acercas a sus espectaculares cascadas, en las que es posible bañarse.

A continuación nos dirigimos hacia Trinidad por una de las carreteras que seguramente sea de las que peor estado de conservación tengan en Cuba, llena de curvas, cuestas y baches en los que pensábamos que el coche dejaría de responder en algún momento. En este sentido es bastante importante consultar la aplicación de Maps.Me, pues indicaba un trayecto en mejores condiciones que Google Maps, del que nosotros nos fiamos.

Una vez llegamos a Trinidad y nos acomodamos en la casa particular en la que nos quedamos, hicimos una primera toma de contacto con esta bella ciudad adoquinada y llena de color, una visita obligada si viajas a Cuba.

Día 7. Trinidad

Este día lo dedicamos por completo a la ciudad, recorriendo sus preciosas calles y descubriendo sus rincones y plazas. Precisamente en la plaza principal decidimos hacer un recorrido en un coche de caballos que nos llevó por toda la ciudad que nos vino de perlas dado que empezó a llover. Tras esta actividad, visitamos el Museo Nacional de la Lucha contra Bandidos, con interesantes exposiciones sobre la historia acontecida en la zona, pudiendo también subir a lo alto de su campanario y contemplar unas bonitas vistas de la ciudad.

La tarde la dedicamos a visitar la Playa Ancón, muy cercana a Trinidad, en la que pasamos una agradable y tranquila tarde a pesar de que el clima no acompañaba mucho.


Día 8. De Trinidad a Varadero

A la mañana siguiente emprendimos de nuevo el viaje en dirección a una de las zonas turísticas por excelencia de Cuba, Varadero, un camino que nos llevó aproximadamente 3 horas y media.

Al llegar a Varadero el clima nos recibió lluvioso, por lo que ese día no pudimos disfrutar de su espectacular playa más que para pasear y respirar el aire del mar, así que decidimos dar un paseo por la zona (nosotros nos quedamos en el área menos turística, no la de los grandes hoteles), llegando hasta el Boulevar, una zona de restaurantes, pero que estaba bastante deprimente, sin apenas gente (se nota que había poco turismo todavía).

Al final del día contemplamos la puesta de sol que las nubes nos permitieron ver, con la esperanza de poder disfrutar de la playa al día siguiente.


Día 9. Varadero

Nada más amanecer nos llevamos una alegría al ver que el tiempo había dado una tregua del desfavorable clima del día anterior y, tras desayunar, nos dirigimos a la playa para disfrutar de una buena jornada en uno de los arenales más famosos del país.

Nada más pisar la playa de Varadero puedes darte cuenta de que te encuentras en una zona espectacular, un inmenso y extenso arenal blanco y fino con aguas de un turquesa espectacular que invitan al baño, eso sí, con cuidado, pues cuando nosotros fuimos había unas pocas medusas de las conocidas como Carabelas Portuguesas. A causa de estas medusas los socorristas prohibían el baño en algunas zonas, pero nosotros, con mucho cuidado, nos dirigimos hacia otra zona para, con precaución, disfrutar de un chapuzón en esas magníficas y cristalinas aguas.

Sin duda, una jornada muy agradable para despedirse de las playas de Cuba, pues esa misma tarde regresamos a La Habana.


Día 10. La Habana y regreso a Madrid

Tras llegar a La Habana desde Varadero (unas dos horas y cuarto de coche) hicimos una parada en el Castillo de los Tres Reyes del Morro, una edificación situada justo en frente de la ciudad pero al otro lado de la bahía, desde la que se pueden ver unas bonitas vistas de la ciudad. Un poco más tarde nos acercamos hasta la Fortaleza de San Carlos de Cabaña, en la que cada día a las 21.00 horas se recrea la ceremonia del cañonazo, una tradición cubana basada en la época de los asedios corsarios en la que, con un cañonazo, se anunciaba el cierre de las puertas de la muralla.


En el entorno de esta fortaleza se encuentra también situado el Cristo de La Habana, una figura de mármol que representa al Sagrado Corazón de Jesús y tiene unos 20 metros de altura, punto interesante también a visitar y para contemplar las bonitas vistas de La Habana.

Al día siguiente, y para despedirnos por todo lo alto de Cuba, decidimos hacer un recorrido en uno de esos famosos vehículos clásicos tan bonitos y coloridos que puedes encontrarte por La Habana. En nuestro caso nos tocó un precioso coche rojo con el que recorrimos la parte de la Habana Centro o el Barrio chino (decimos chino por decir algo, porque de chino solo tiene prácticamente la puerta de entrada), así como todo el malecón y la Plaza de la Revolución.

Este recorrido en coche y una comida con daiquiri incluido en la famosa Floridita fueron las mejores formas de despedirse de este país que se ha ganado un lugar en nuestros corazones.

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