Costa da morte en 2 días

Pueblos con encanto, paisajes abruptos de gran belleza natural, una gastronomía exquisita y el punto que para los romanos era el fin del mundo son solo algunos de los aspectos que definen a la Costa da Morte, una zona comprendida entre los municipios de Arteixo y Finisterre, en la provincia gallega de A Coruña, una región que no dejará indiferente a ningún viajero.

Recorrer los pueblos y rincones naturales de la Costa da Morte supone desconectar del ajetreo de la vida diaria y conectar con uno mismo, pues algunos de sus paisajes te permitirán encontrarte completamente solo, rodeado de naturaleza y un silencio y paz difíciles de encontrar. Una visita imprescindible si te animas a visitar la comunidad gallega.

Si te preguntas ¿Qué ver en la Costa da morte?, en los siguientes párrafos te dejaremos algunas recomendaciones. Y es que, aunque esta región coruñesa cuenta con innumerables puntos de interés para los que necesitarías unos cuantos días, a continuación os mostraremos una ruta por la Costa da Morte en 2 días con algunas de las principales localizaciones a visitar.

Día 1 – De Malpica a Cabo Vilán

Para comenzar la ruta partimos de Malpica, un acogedor y pintoresco pueblo -Capital de la Costa da Morte- en el que establecer una primera toma de contacto con el bravío mar que caracteriza a esta zona y en la que recuerdo el olor a pan recién hecho impregnando sus calles. Un punto de partida ideal en el que respirar aire puro y disfrutar de la brisa marina.

A aproximadamente 4,5 km es posible visitar el Santuario de Santo Hadrián do Mar, una pequeña ermita situada en un enclave privilegiado desde el que es posible dar un paseo y observar el archipiélago de las tres islas Sisargas.


Nuestra segunda parada fue Corme Porto, una pequeña y tranquila localidad en la que recorrimos un bonito paseo alrededor de sus pequeñas y bellas playas. En este pueblo disfrutamos de una comida exquisita en un restaurante llamado O Biscoiteiro, con percebes, deliciosas croquetas de mejillón, navajas y una tarta de queso que se ha convertido en mi favorita, y eso que he probado unas cuantas a lo largo de mi vida, pero creedme, si alguna vez pasáis por Corme, tenéis que probarla.


Tras la comida nos acercamos hasta el Faro de Punta Roncudo, un lugar en el que el viento y la fuerza del mar se unen para dar lugar a un espectáculo de oleaje único, hermoso y a la vez peligroso -podrás comprobarlo por las múltiples cruces en homenaje a los marineros fallecidos en este enclave-. Un lugar en el que descubrir por qué la Costa da Morte se conoce como tal.


Después de sentir la fuerza del mar nos adentramos un poco en el paisaje hasta alcanzar los 180 metros de altura a los que se encuentra el Mirador de Monte Branco, un lugar desde el que es posible admirar la belleza del paisaje formado por la desembocadura del río Anllóns, que incluye una lengua de arena blanca y fina conocida como Playa de Barra, y en el que disfrutar del silencio absoluto.

Muy cerca de este mirador se encuentra el siguiente de los puntos que visitamos, la espectacular Playa de Valarés, un arenal blanco de aguas turquesas cuya única diferencia con las playas caribeñas es la temperatura del agua. Y es que las playas de la Costa da morte nada tienen que envidiar al Caribe.


Tras una pequeña parada en Ponteceso, villa natal del afamado escritor gallego Eduardo Pondal, nos dirigimos a visitar el Dolmen de Dombate, un monumento conocido como la catedral del megalitismo que data del siglo IV a.C.

No en vano, este dolmen es uno de los de mayor tamaño hallados en perfectas condiciones, tal es así que para preservarlo se ha convertido en el único dolmen que se ha convertido en museo, pues a su alrededor se ha levantado una estructura que lo protege de las inclemencias del tiempo ideada por el arquitecto Francisco Brotóns Rilo.

Muy cerca de este monumento nos encontramos con el Castro de Borneiro, un yacimiento arqueológico muestra de la cultura castreña de finales de la Edad del Hierro compuesto por un amplio conjunto de viviendas, un foso y dos muros defensivos.


El pueblo de Laxe, uno de los principales de la comarca, fue nuestra siguiente parada. En Laxe sorprende su espectacular playa urbana, prácticamente salvaje a pesar de encontrarse en plena urbe, así como su bonito paseo y su puerto. Esta localidad es también conocida por albergar, a unos pocos kilómetros, a la curiosa Praia dos Cristais, una pequeña playa -de tan solo 6 metros de longitud- cuya principal curiosidad y atractivo radica en los millones de cristales que inundan su arena: verdes, blancos y marrones, estos pequeños cristales proceden de un antiguo vertedero de vidrio y fueron pulidos por el mar hasta dar lugar a su aspecto actual.

Esta playa no es apta para el baño y está prohibido llevarse los cristales, así que si tienes ocasión de visitarla -lo recomendamos si te encuentras por la zona, pero no acudir en exclusiva a ella dado que tampoco merece tanto la pena-, recuerda: no te lleves nada en los bolsillos.


Para finalizar el intenso primer día nos dirigimos a ver la puesta de sol al Cabo Vilán, un faro de una belleza espectacular -se ha convertido en mi favorito- erigido en plena roca, un lugar ideal para despedir la jornada.

Día 2 – De Camariñas a Finisterre

Iniciamos el día en el pueblo de Camariñas, aquel al que el célebre grupo gallego Luar na Lubre dedicó una famosa canción. Camariñas es una acogedora localidad conocida por el encaje de bolillos -incluso cuenta con un museo dedicado a este arte- en cuyo paseo marítimo disfrutarás de la paz y tranquilidad de un auténtico pueblo marinero encabezado por la estatua dedicada a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros.


Tras dejar atrás Camariñas nos adentramos en uno de los lugares que se han situado en lo alto de mi lista de lugares favoritos de Galicia: la enseada do Trece. Para visitar esta zona es recomendable acudir en coche hasta el punto en el que se encuentra el Cementerio de los ingleses, donde podrás dejar el coche, para recorrer la zona caminando.

El punto de partida es el ya mencionado Cementerio de los ingleses, clasificado en la lista de cementerios europeos singulares y está dedicado al capitán y tripulación del acorazado inglés Serpent, hundido en estas aguas en el año 1980. Cuenta con dos zonas diferenciadas, un pequeño habitáculo que alberga los restos del capitán y los oficiales, y una esplanada rodeada de muros en la que descansa el resto de marineros.


Desde este punto parte una preciosa ruta de sencillo recorrido que finaliza en la Enseada do trece, un enclave natural privilegiado en el que se encuentra la fabulosa Praia do Trece y la duna rampante de Monte Branco, la tercera más alta de Europa. Para visitar este fabuloso lugar recomendamos madrugar un poco y así disfrutar de todo su esplendor prácticamente solos, aunque bien es cierto que no es una zona altamente concurrida a pesar de su espectacular belleza.


Otra de las localidades de interés de la Costa da Morte es el pequeño pueblo de Camelle, un municipio que dejó prendado al artista alemán Manfred Gnädinger, quien decidió quedarse a vivir en él y plasmar su arte en las rocas. Manfred se convirtió en uno ciudadano muy querido por los vecinos -de hecho comenzaron a llamarle Man de Camelle– y, según se dice- se vio morir a sí mismo en un sueño en el que una ballena negra destruía su obra. Esa ballena sería el chapapote vertido por el petrolero Prestige en el año 2002 que impregnó su obra de negro y le hizo sentirse tan triste que, de la melancolía, se dejó morir. ¿Curioso, verdad?


Vimianzo fue nuestra siguiente parada, un pueblo cuyo principal interés radica en el bien conservado castillo de finales del siglo XII y principios del XIII que puede visitarse gratuitamente de 10.30 a 14.00 horas, y de 16.00 a 18.30 horas (entre el 1 de julio y el 15 de septiembre el horario se amplía hasta las 20.30 horas).


Para finalizar el día nos acercamos a dos de los puntos clave de la Costa da Morte, Muxía, con su espectacular Santuario da Virxe da Barca, situado en un privilegiado enclave al pie del mar, y Faro de Finisterre, el lugar en el que el Imperio romano daba por finalizado el mundo, dado que mirando hacia el horizonte no se vislumbraba ni un ápice de tierra. Sin duda, dos de los lugares que deben formar parte de tu ruta si te animas a conocer la espectacular Costa da Morte.

Y si te sobra tiempo, te recomendamos acercarte a la impresionante Praia do Rostro, un inmenso arenal muy cercano a Finisterre en el que podrás disfrutar del mar en estado puro y sin aglomeraciones, ya que estarás prácticamente solo.


Una vez llegados a este punto no nos queda más que recomendar una vez más la visita a la maravillosa Costa da Morte, una región en la que podrás disfrutar de la Galicia más auténtica con el privilegio de tratarse de una zona poco masificada turísticamente -a diferencia de otros puntos de la geografía gallega- y en la que gozarás de una inmensa tranquilidad que te permitirá recargar las pilas.

Esperamos convencerte para que la conozcas. Y si deseas ampliar información, puedes consultar la página oficial de Turismo de Galicia.

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