Ollantaytambo es un pueblo pequeño pero bastante bonito que merece la pena visitar.
Allí visitamos las ruinas de la ciudad y la propia ciudad en sí, uno de los mejores ejemplos de la gran planificación urbana de la cultura inca con callejuelas empedradas y rectas en forma de rectángulos.
La ciudad es bastante turística dado que de ella parte el tren hacia Aguas calientes y Macchu Picchu, por lo que cuenta con varios restaurantes, de los que escogimos el Uchucuta para probar el lomo de alpaca.
Después del turismo tocó coger un taxi hasta Cusco, donde nos esperaba un avión a Lima para pasar las últimas horas en el barrio de Barranco que comentaba al principio del artículo y, desde allí, regresar a casa.