En primer lugar viajamos hasta la capital, Lima, una enorme urbe en la que lo más recomendable es visitar el centro histórico (siempre de día dado que de noche puede resultar algo peligroso). Resulta interesante su plaza de armas presidida por la catedral, así como la visita al monasterio de Santo Domingo y a las catacumbas (nosotros la hicimos con guía). También es curioso el cerro de San Cristóbal, un pintoresco barrio situado en una montaña repleto de casas de colores y desde el que se pueden disfrutar de unas increíbles vistas de la ciudad de Lima, a pesar de la nieblina que siempre envuelve a esta urbe. Para ir a este cerro recomiendo un autobús turístico porque por libre no nos daba mucha seguridad.
Lima es una ciudad inmensa y, además de su centro histórico, de cara al turista hay dos barrios que pueden considerarse como los más seguros y los que recomendaría visitar: Miraflores y Barranco. En Miraflores dormimos este primer día y vimos el atardecer desde su malecón, un lugar agradable con hermosas vistas al Pacífico. También establecimos un primer contacto con la comida peruana (para mi gusto, exquisita) en el restaurante El punto azul, donde recomiendo disfrutar de un buen ceviche. Barranco lo visitamos al final del viaje. Se trata del barrio más bohemio de Lima, con sus edificios coloniales, bonitas vistas al mar y restaurantes interesantes como el Cafe Cultural Restaurant Expreso Virgen de Guadalupe (un restaurante montado dentro de un vagón de tren) y Canta rana, donde nos despedimos de Perú con un ceviche delicioso.
Por último, en Lima resulta interesante visitar las ruinas pre-incas de Huaca Pucllana, que acogen una pirámide de más de 1000 años de antigüedad y una serie de salas en las que se pueden ver restos de las excavaciones realizadas en el emplazamiento y reproducciones de la vida en ese lugar.
